Del consumo habitual de sidra puede resultar una
tendencia a enfermedades diversas, tales como hidropesía, desórdenes hepáticos,
temblores nerviosos y congestión cerebral. Mediante su consumo muchos acarrean
sobre sí mismos enfermedades permanentes. Algunos mueren de tuberculosis o son
víctimas de apoplejía sólo por esta causa.
Algunos sufren de
dispepsia. Toda función vital se niega a actuar, y los médicos les dicen que
tienen desarreglos hepáticos, cuando si ellos se deshicieran de su barril de
sidra y nunca cedieran a la tentación de reemplazarlo, sus fuerzas vitales
maltratadas recobrarían el vigor. (Review and Herald 25-3-1884).
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