Y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros,
para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. Ezequiel 20:20.
En el (capítulo 14) del
Apocalipsis se exhorta a los seres humanos a que adoren al Creador; y la profecía expone a la vista una clase de
personas que, como resultado del triple mensaje, guardan los mandamientos
de Dios.
Uno de esos mandamientos señala directamente a Dios como el Creador.
El cuarto precepto declara: “El séptimo día es reposo para Jehová tu Dios... Porque en seis
días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en
ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” Éxodo 20:10,11.
“La
importancia del sábado como institución conmemorativa de la creación consiste
en que recuerda siempre la verdadera razón por la cual se debe adorar a Dios”, Porque él es el Creador y nosotros
somos sus criaturas.
“Por
consiguiente, el sábado forma parte del fundamento mismo del
culto divino, pues enseña
esta gran verdad del modo más contundente, como no
lo hace ninguna otra institución.
El
verdadero motivo del culto divino, no tan sólo del que se
tributa en el séptimo día, sino de toda adoración,
reside en la distinción existente entre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital no
perderá nunca su importancia ni debe caer nunca en el olvido”. —J. N. Andrews,History of the Sabbath, cap. 27.
Por eso, es
decir, para que esta verdad no se borrara nunca de la mente
de la gente, instituyó Dios el
sábado en el Edén, y mientras el ser, él nuestro Creador siga
siendo motivo para que lo adoremos, el sábado
seguirá siendo señal conmemorativa para ello.
Si
el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos y las
inclinaciones de los humanos se
habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración,
y nunca habría habido
un idólatra, un ateo o un incrédulo.
La
observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, “que hizo el
cielo y la tierra, el mar y
las fuentes de las aguas”.
Resulta pues
que el mensaje que manda a los mortales adorar a Dios
y guardar sus mandamientos, los ha de invitar especialmente a observar el cuarto mandamiento. —el Conflicto de los Siglos, 490,491. [157]
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