Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para
que me conozcáis y creáis y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue
formado dios, ni lo será después de mí. Isaías 43:10.
Satanás está
tentando constantemente a los seres humanos para desviarlos de la fidelidad y
de la consumación de las obras esenciales de preparación para el gran evento
que probará el alma de cada persona.
La obra en el
Santuario celestial está avanzando. Jesús
está purificando el Santuario. La obra en la
tierra se corresponde con la obra en el cielo.
Los ángeles
celestiales están trabajando constantemente para llamar la
atención de los seres humanos, el
instrumento viviente, hacia la contemplación y meditación en Jesús, para que mirando la perfección de
Cristo sean impresionados por las imperfecciones de sus
propios caracteres.
Cristo... declaró que el Consolador prometido “testificará de mí”.
Esta es la carga del mensaje para este tiempo... Hablen como Cristo habló. Trabajen como Cristo trabajó. Debemos mirar a Cristo y vivir.
Al
contemplar su hermosura, desearemos practicar sus virtudes y su justicia. Contemplando a
Cristo somos transformados a su imagen, y renunciando a nosotros
mismos al
dar nuestro corazón completamente a Jesús para que su Espíritu nos refine, ennoblezca y eleve, estaremos en comunión íntima con el mundo futuro, bañados por los rayos
brillantes del Sol de justicia.
Nos
alegramos con gozo inefable y glorioso. Entonces se nos encomienda que vayamos a otras ciudades y pueblos a llevar las buenas nuevas con el corazón encendido del amor divino, aun a los que están lejos,
a todos aquellos a quienes el Señor nuestro
Dios llame.
Comuniquemos a
otros las benditas verdades de su Palabra, y obedeciendo
las palabras de Cristo, permanezcamos en su
amor.
Él nos insta a que
por el amor que le tenemos guardemos sus mandamientos. Lo hace, no para impulsarnos a hacer cosas imposibles, sino porque sabe lo que
significa guardar los mandamientos de su Padre.
Quiere
que cada alma que escuche su invitación, invite a otros a escucharla y a recibir sus
preciosos dones, porque
sabe que al guardar los mandamientos de Dios no caeremos en servil esclavitud, sino que seremos
hechos libres por medio de la sangre de
Jesucristo. “…En guardarlos hay grande galardón”. Salmo 19:11.
Díganlo a
otros con la pluma y la voz, con piedad, humildad y amor, representando el carácter de
Cristo.
“Y el
Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Apocalipsis 22:17. Alza tus
Ojos, 342. (251)
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