Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo
recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos
sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a
ti; porque yo soy Jehová tu sanador. Éxodo 15:26.
Cristo había
sido Guía y Maestro del antiguo Israel, y le enseñó que la salud es la
recompensa de la obediencia a las leyes de Dios.
El Gran Médico que sanó a
los enfermos en Palestina había hablado a su pueblo desde la columna de nube, diciéndoles lo que
debían hacer y lo que Dios haría por ellos Éxodo 15:26... Cristo dio a Israel instrucciones
definidas acerca de sus hábitos de vida y le aseguró: “Y quitará Jehová de ti toda enfermedad”.
Deuteronomio 7:15. Cuando el pueblo
cumplió esas condiciones, se le cumplió la promesa: “No hubo en
sus tribus enfermo”. Salmo 105:37.
Estas
lecciones son para nosotros. Hay condiciones que deben observar
todos los que quieran conservar la salud. Todos
deben aprender cuáles son esas condiciones. Al Señor no le agrada que se ignoren sus leyes,
naturales o espirituales.
Hemos de
colaborar con Dios para devolver la salud al cuerpo tanto como al alma. Y
debemos enseñar a otros a conservar y recobrar la salud.
Para los enfermos debemos usar los remedios que Dios
proveyó en la naturaleza, y debemos señalarles a Aquel que es el único que puede
sanar.
Nuestra Obra Consiste En Presentar Los Enfermos Y Dolientes A Cristo En
Los Brazos De Nuestra Fe.
Debemos Enseñarles A Creer En El
Gran Médico. Debemos Echar Mano De Su Promesa, Y Orar Por La Manifestación De
Su Poder.
La Misma
Esencia Del Evangelio Es La Restauración, Y El Salvador Quiere Que Invitemos A Los Enfermos, Los Imposibilitados Y Los
Afligidos A Echar Mano De Su Fuerza.
El poder del amor estaba en todas las obras
de curación de Cristo, y únicamente participando de ese amor por la fe podemos
ser instrumentos apropiados para su obra. Si dejamos de ponernos en relación divina con
Cristo, la corriente de energía vivificante no puede fluir en ricos raudales de
nosotros a la gente...
Una de las
primeras condiciones para recibir su poder consiste en tomar su yugo. La misma vida de la iglesia
depende de su fidelidad en cumplir el mandato del Señor. Descuidar esta obra es
exponerse con seguridad a la debilidad y decadencia espirituales. Donde no hay labor activa por los
demás, se desvanece el amor y se empaña la fe. —El Deseado de Todas las Gentes, 764,765. [292]
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