¿No
sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado
para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Romanos 6:16.
Adán no se detuvo a calcular el resultado de su desobediencia...
Con el privilegio de
la visión retrospectiva, podemos ver lo que significa desobedecer los mandamientos de Dios.
Adán
cedió a la tentación,
y al ver nosotros el tema del pecado y sus consecuencias presentado en forma tan
clara ante nosotros, podemos razonar
de causa a efecto y ver que la dimensión del acto no es lo que constituye el pecado, sino la desobediencia a la voluntad
expresa de Dios,
lo que es una virtual
negación de Dios, al rechazar
las leyes de su gobierno.
La felicidad de los hombres y las
mujeres reside en su obediencia a las leyes
de Dios. En su obediencia a la ley de Dios se ven rodeados como
por un cerco y guardados del mal.
No pueden ser felices y [al mismo tiempo] apartarse de los requerimientos específicos de Dios y
establecer para sí mismos una norma que deciden
que pueden seguir con seguridad.
Habría una gran variedad
de normas para adaptarse a las
diferentes mentes; el gobierno sería arrancado de las manos del Señor y los seres humanos tomarían
las riendas del gobierno.
[Cuando] se establece la ley del yo, la voluntad de la humanidad es hecha suprema, y cuando la elevada y santa voluntad de Dios se
presenta para ser obedecida, respetada y honrada,
el ser humano desea seguir su propio camino y obedecer sus propios impulsos, y surge una controversia entre el agente
humano y el divino.
La caída de nuestros primeros padres rompió la cadena dorada de
la obediencia implícita de la voluntad humana a la divina. Nunca más la
obediencia ha sido considerada como
una necesidad absoluta.
Los agentes humanos van tras sus propias imaginaciones, acerca de las
cuales el Señor dijo, refiriéndose a los habitantes
del mundo antiguo, que se dirigían de continuo solamente al mal.
El Señor Jesús declaró que había guardado los mandamientos de su Padre. ¿Cómo? Como hombre. “He aquí, que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad”. Hebreos 10:7.
Frente a las acusaciones de los
judíos, él se mantuvo con su carácter puro, virtuoso y santo mientras los desafiaba:
“¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Juan 8:46...
Mediante su palabra y su ejemplo práctico el Hijo unigénito del Dios infinito nos ha legado un modelo sencillo que debemos copiar.
Mediante sus palabras nos ha educado
para que obedezcamos a Dios, y mediante su propio ejemplo nos ha mostrado de qué modo podemos
obedecer. —Manuscript Releases, 337-339. Ver Reflejemos a Jesús, 48; Exaltad a Jesús, 163. [48]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=0eBPecraB2s&list=PLVsLdOIe7sVtDwTpvTt4enDOjQ-HVs6-_&index=10&pp=sAQB
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