Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. Esdras 7:10.
Nacido entre los descendientes de
Aarón, Esdras recibió preparación sacerdotal.
Se familiarizó, además, con los escritos de los magos,
astrólogos y sabios del reino medo-persa.
Pero no estaba satisfecho con su condición espiritual.
Anhelaba estar en completa armonía con Dios; deseaba tener
sabiduría para cumplir la voluntad divina.
De manera que “había preparado su
corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla”.
Esto le indujo a estudiar diligentemente la historia del pueblo de Dios, según estaba registrada en los escritos de los profetas y reyes.
Fue impresionado por el Espíritu de Dios a escudriñar.
Escudriñó los libros históricos y poéticos de la
Biblia, con el fin de aprender por qué había permitido el Señor que Jerusalén
fuese destruida y su pueblo llevado cautivo a tierra pagana.
Esdras meditó en forma especial en lo experimentado
por Israel desde el tiempo en que fuera hecha la promesa a Abraham, hasta la
liberación de la esclavitud egipcia y el éxodo. Estudió las instrucciones dadas en el monte Sinaí y durante el
largo plazo de las peregrinaciones por el desierto.
A medida que aprendía cada vez más acerca de
cómo Dios había obrado con sus hijos, y comprendía mejor el carácter sagrado de
la ley dada en el Sinaí, su corazón se conmovió como nunca antes.
Experimentó una conversión nueva y cabal, y resolvió dominar los anales de la
historia sagrada con el fin de utilizar ese conocimiento no para un propósito
egoísta, sino para beneficiar e ilustrar a su pueblo.
Algunas de las profecías estaban a punto de
cumplirse; escudriñaría diligentemente en busca de la luz que había sido
oscurecida.
Esdras se afanó en sus estudios. Se esforzó por obtener una preparación del corazón para la obra que creía que se
le había señalado.
Buscaba fervientemente a Dios con el fin de ser un obrero de quien el Señor no
tuviera que avergonzarse.
Escudriñaba las
palabras que habían sido escritas con respecto a los deberes del pueblo llamado
por Dios, y encontró la solemne promesa hecha por los israelitas de que
obedecerían las palabras del Señor, y la promesa que Dios había hecho, a
cambio, prometiéndoles sus bendiciones como una recompensa por su obediencia.
The Review and Herald, 30 de enero de 1908.
Ver La Historia de Profetas
y Reyes, 446, 447. [116]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=4OJtn9sGbIQ&list=PLVsLdOIe7sVsndBsfKOBF2uzbn5vjp87i&index=18&pp=sAQB
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