Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se
escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras,
tengamos esperanza. Romanos 15:4.
Los
maestros de Israel no sembraban la simiente de la
Palabra de Dios.
La
obra de Cristo como Maestro de la verdad se hallaba en marcado contraste con la de los
rabinos de su tiempo.
Ellos
se espaciaban en las tradiciones,
teorías y especulaciones humanas.
A menudo colocaban lo que los
mortales habían enseñado o escrito acerca de la Palabra en lugar de la Palabra misma.
Su enseñanza no tenía poder para
vivificar el alma.
El tema de la enseñanza y la predicación de Cristo
era la Palabra de Dios.
Él hacía frente a los inquiridores
con un sencillo “Escrito está”.
“¿Qué dice
esta Escritura?” “¿Cómo lees?”
En toda oportunidad, cuando se despertaba algún interés, ya fuera por
obra de un amigo o un enemigo, él sembraba la simiente de la Palabra.
Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida, siendo él mismo
la Palabra viviente, señalaba a las Escrituras y decía: “Ellas son las que dan
testimonio de mí”. Juan 5:39. “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos
los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”. Lucas
24:27.
Los siervos
de Cristo han de hacer la misma obra.
En nuestros tiempos, así como antaño, las verdades vitales de
la Palabra de Dios son puestas a un lado para dar lugar a las teorías y
especulaciones humanas.
Muchos profesos ministros del evangelio no aceptan toda la Biblia como palabra
inspirada.
Una persona sabia rechaza una porción; otro objeta
otra parte.
Valoran su juicio como superior a la Palabra, y
los pasajes de la Escritura que enseñan se basan en su propia autoridad. La
divina
autenticidad de la Biblia es destruida.
Así se difunden semillas de incredulidad,
pues la gente se confunde y no sabe qué creer. Hay muchas creencias que la mente no tiene
derecho a albergar.
En los días
de Cristo los rabinos interpretaban en forma forzada y mística
muchas porciones de la Escritura.
Dado que la sencilla enseñanza de la Palabra de Dios condenaba sus
prácticas, trataban de destruir su fuerza. Lo mismo sucede hoy. Se hace aparecer a la Palabra de Dios como
misteriosa y oscura para excusar la violación de la ley divina.
Cristo reprendió esas
prácticas... Enseñó que la Palabra de
Dios había de ser entendida por todos.
Señaló las
Escrituras como algo de incuestionable autoridad, y nosotros
debemos hacer lo mismo.
La Biblia ha de ser
presentada como la Palabra del Dios infinito, como el fin de toda controversia
y el fundamento de toda fe.
Palabras de Vida del Gran Maestro, 20-22. [121]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=I1HxizmTITw&list=PLVsLdOIe7sVsndBsfKOBF2uzbn5vjp87i&index=23&pp=sAQB
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