Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. (Oseas 6:3).
Ustedes Nunca Deben
Separar A Cristo de su vida
y su familia, y cerrar las puertas contra él
por medio de palabras y acciones
pecaminosas. Están los
que profesan la verdad pero que descuidan
la oración de familia.
Pero, ¿Cómo Pueden Aventurarse A Ir
Al Trabajo Sin Entregar El Cuidado De Su Alma A Su Padre Celestial?
Deben
mostrar que confían en él. Deben consagrar
a sus familias a Dios
antes de salir de sus hogares.
Cada oración que
ofrecen a Dios con fe, será seguramente
oída y contestada por su Padre celestial.
Cuando se le
dijo a Abraham que fuera a un lugar que no conocía, en cada lugar donde
colocaba su tienda, erigía un altar y
ofrecía su oración matutina y vespertina; y el Señor dijo de Abraham: “Porque
yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que
guarden el camino de Jehová, haciendo
justicia y juicio”. Génesis 18:19.
Esta es
la misma obra que debe ser
hecha en cada familia, pero que es extrañamente
descuidada. Deseemos vivir
como a la vista de Dios en este mundo.
Es de la
mayor importancia que hagamos constantemente preparación aquí
para la vida futura inmortal.
Podremos tener la vida que se mide con la vida de
Dios; si somos fieles, tendremos la herencia inmortal, un bien eterno; veremos al Rey en su hermosura; contemplaremos los encantos incomparables de nuestro bendito Salvador.
Debemos sentir
la importancia de educar e
instruir a nuestros hijos para que vean y
aprecien la vida eterna.
Su voluntad debe
ser puesta en sujeción a la
voluntad de Dios, y deben tratar constantemente de
reprimir todo lo que sea
malo en sus naturalezas.
Si los padres y las madres desean que sus hijos sean semejantes a Cristo
en disposición, deben darles el ejemplo.
Todos sus actos
deberían ser para darles, a ellos y a sus hijos, idoneidad para el cielo, y [se nos promete que] los padres tendrán ayuda
especial en este asunto.
El Salvador desea que su gozo sea cumplido; por lo tanto, les dice que permanezcan en él, y él en ustedes. Abran la puerta de su corazón, y dejen entrar a Jesús y los brillantes rayos de su justicia. Nos ama con un amor que es inefable, y si en algún momento comienzan a temer por su salvación, que Jesús no los ama, miren al Calvario.
The Review
and Herald, 5 de agosto de 1890. [321]
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