Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus
estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el
fuego. Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido
para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la
tierra. (Deuteronomio 7:5,6).
Dios
Quería Que Su Pueblo Entendiera que sólo él debía ser objeto
de adoración; y que cuando vencieran a las naciones
idólatras que
los rodeasen, No Debían Conservar ni una sola de sus
imágenes de su culto, sino que
debían destruirlas completamente.
Muchas de
esas deidades paganas eran muy costosas, y
artísticamente confeccionadas, como para
tentar a los que habían presenciado el culto idólatra, tan común en Egipto, para
que consideraran esos objetos inanimados con cierto
grado de reverencia.
El Señor quería que su pueblo supiera que a causa de
la idolatría de esas naciones, que los había
inducido a practicar toda clase de impiedades, él usaría a los
israelitas como su instrumento para
castigarlos y destruir sus dioses...
“Y fijaré
tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de
los filisteos, y desde el desierto hasta el Éufrates; porque pondré en tus
manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti”. Éxodo
23:31...
Dios dio
estas promesas a su pueblo con la
condición de que le obedeciera. Si servía al Señor plenamente,
haría grandes cosas por él.
Después que
Moisés hubo recibido los juicios de Dios, y los hubo escrito para el pueblo, juntamente con las promesas que se
cumplirían si obedecían, el Señor le dijo: “Sube ante Jehová, tú, y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos
de Israel; y os inclinaréis desde lejos. Pero Moisés solo
se acercará a Jehová; y ellos no
se acerquen, ni suba el pueblo con él.
Y Moisés vino y contó al pueblo todas las
palabras de Jehová y todas las leyes; y todo el
pueblo respondió a una voz y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho”. Éxodo 24:1-3.
Moisés no
escribió los Diez Mandamientos sino los juicios que Dios les
había intimado a observar, y las promesas que se cumplirían con la
condición de que los obedecieran.
Se las leyó
al pueblo, y éste se
comprometió a obedecer todas las palabras que el Señor había
dicho.
Moisés
escribió entonces en un libro la solemne promesa de ellos, y ofreció sacrificios al Altísimo en
favor del pueblo. “Y tomó el libro
del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo:
Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos”. Éxodo 24:7. La Historia de la Redención, 146,147. [332]
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