Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. (1Tesalonicenses 5:16-21).
Cristo vino a
nuestro mundo como el garante de la
humanidad preparando el camino para que todos obtengan la victoria, dándoles
poder moral.
No
es su voluntad que alguien sea colocado en desventaja. No quiere que quienes están luchando para vencer sean intimidados
y desanimados por los asaltos astutos de
la serpiente. “Confiad”, dice,
“yo he vencido al mundo”. Juan 16:33.
Con
semejante General que nos dirige a la victoria, podemos tener
verdaderamente gozo y valor. Él vino como nuestro Campeón.
Él considera
debidamente la batalla que debemos librar todos los que estamos en
enemistad con Satanás.
Extiende ante
sus seguidores un plan de batalla,
señalando sus peculiaridades y severidad, y les advierte que no
se unan a su ejército sin primero
calcular el costo.
Les dice
que la vasta confederación del mal está en
orden de batalla contra ellos, y les
muestra que están luchando por un mundo invisible, y que su ejército no
está compuesto solamente por seres humanos.
Sus soldados son
cooperadores con los seres celestiales, y Uno mayor
que los ángeles está en sus filas; porque el
Espíritu Santo, el representante de
Cristo, está allí.
Después
Cristo convoca a cada seguidor decidido, a cada verdadero soldado, a
luchar por él, asegurando que
hay liberación para todos los
que obedezcan sus órdenes.
Si los
soldados de Cristo miran fielmente a su Capitán para recibir sus
órdenes, les acompañará el
éxito en su lucha contra el enemigo. No importa la manera como puedan ser acosados, al
fin serán triunfadores.
Sus debilidades pueden ser
muchas, sus pecados grandes, su ignorancia
aparentemente insuperable; pero
si se dan cuenta de su debilidad y acuden a
Jesús por ayuda, él será su eficiencia.
Él siempre está dispuesto
a iluminar su torpeza y a vencer su pecaminosidad. Si se aprovechan de su poder, sus caracteres serán
transformados; serán cercados con una
atmósfera de luz y santidad.
Por medio de sus méritos y del
poder que les imparte, serán “más que vencedores”. Les será dada ayuda sobrenatural, capacitándolos en su debilidad para hacer las obras de la omnipotencia.
Los que
luchan por Cristo están luchando a la vista del universo celestial, y deben ser soldados, no
cobardes...
Deben mirar por la fe con calma sobre cada enemigo, exclamando: “Luchamos la buena batalla de la fe bajo la orden de un Poder omnipotente. Porque él vive, nosotros también viviremos”.
The Signs
of the Times, 27 de mayo de 1897. [328]
No hay comentarios:
Publicar un comentario