Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. (1 Pedro 3:8,9).
Los Que
Trabajan Por Cristo deben ser puros, rectos y
dignos de confianza, y ser
también de corazón tierno, compasivos y
corteses. Hay una gracia especial en el trato de los que son verdaderamente
corteses.
Las
palabras bondadosas, las miradas placenteras, un comportamiento cortés,
son de valor inestimable. Los cristianos
descorteses, por el
descuido en el trato con los demás, muestran que no están en unión
con Cristo. Es imposible estar en unión con Cristo y a la vez ser descorteses.
Lo
que Cristo fue en su vida sobre esta tierra es lo que debe ser todo cristiano. Él es nuestro ejemplo, no solamente en su
impecable pureza sino en su paciencia, en su bondad y en
lo atractivo de su disposición.
Él
era firme como una roca en lo que concernía a la
verdad y al deber, pero invariablemente bondadoso y cortés. Su vida era
una verdadera ilustración de la verdadera
cortesía. Siempre tenía una mirada bondadosa y una palabra de aliento para el necesitado y
oprimido.
Su presencia
introducía una atmósfera más pura en el
hogar, y su vida era una levadura activa entre los elementos de la
sociedad. Inocente e
incorruptible, caminaba entre los descuidados, los rudos, los descorteses; en
medio de los injustos publicanos, los
arbitrarios samaritanos, los
soldados paganos, los rudos
campesinos y la multitud mixta.
Hablaba una
palabra de simpatía aquí, y otra palabra
allí, mientras veía a la gente cansada y obligada a
llevar cargas pesadas. Compartía sus
cargas y les repetía las lecciones que había aprendido de
la naturaleza, acerca del amor,
la bondad y la amabilidad de Dios.
Trataba de
inspirar esperanza en el más rudo, y en el que
menos prometía, dándoles la seguridad de que podían llegar a ser
irreprensibles e inocentes, y a adquirir un
carácter que los revelara como hijos de Dios...
El amor de
Cristo suaviza el corazón y aligera toda dureza de la
disposición. Aprendamos de él cómo
combinar un alto sentido de
pureza e integridad con un temperamento
alegre. Un cristiano
bondadoso y cortés es el argumento más poderoso que pueda presentarse en favor
del evangelio. Mensajes
Selectos 3:270-272. [337]
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