Desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor. 1Pedro 2:2,3.
Dios Hizo
Toda Provisión Para La Salvación De Cada Alma; Pero Si Rechazamos El Don De
La Vida Eterna, comprada para
nosotros a un costo infinito, llegará el momento
cuando Dios también nos rechazará de
su presencia, seamos ricos o
pobres, de clase alta o baja, cultos
o ignorantes. Los principios de
justicia eterna serán los
que tendrán pleno dominio en el gran día de
la ira de Dios.
No
escucharemos ningún cargo contra nosotros sobre la base de las
acciones pecaminosas que hemos cometido, sino
que el cargo contra nosotros se hará por
el descuido y la negligencia de los deberes buenos y nobles impuestos sobre nosotros por el
Dios de amor.
Serán tenidas en cuenta las
deficiencias de nuestro carácter. Se conocerá
entonces que todos los que serán así
condenados tuvieron luz y conocimiento, se les habían confiado los
bienes de su Señor y fueron
hallados infieles a lo que se les confió.
Se verá que no
apreciaron el depósito
celestial, que no usaron su capital en un servicio amante hacia
otros, que no cultivaron la fe y la devoción, por
precepto y por ejemplo, en aquellos con
quienes se relacionaron. Serán juzgados y
castigados de acuerdo con la luz que tuvieron.
Dios
exige que cada ser humano mejore todos los medios de gracia que
el cielo le ha provisto, y llegue a ser cada vez más eficiente en la obra de
Dios.
Se ha hecho toda provisión para que aumente siempre la piedad, la
pureza y el amor de los seguidores de Cristo, que puedan duplicarse sus talentos, y que pueda aumentar su capacidad en el
servicio de su divino Maestro.
Pero, aunque
se hizo esta provisión, muchos que profesan creer en Jesús no lo ponen de manifiesto por
medio del crecimiento que da testimonio
del poder santificador de la verdad sobre la vida y el carácter.
Cuando por
primera vez recibimos a Jesús en nuestro corazón, somos como bebés en
religión, pero no debemos permanecer como si
siempre fuéramos bebés.
Debemos
crecer en gracia y en conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo; debemos alcanzar la
medida de la plenitud de hombres y mujeres en él.
Debemos
avanzar; debemos obtener, por medio de
la fe, nuevas y ricas experiencias, creciendo en
responsabilidad, confianza y amor, conociendo a Dios
y a Jesús, a quien él envió. The
Youth’s Instructor, 8 de junio de 1893. [338]
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