Y A Todo Lo Creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de
la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, Oí Decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la
alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. (Apocalipsis
5:13).
La Iglesia De
Dios En La Tierra Es Una Con La
Iglesia De Dios En El Cielo. Los Creyentes
En La Tierra Y Los Seres Del Cielo Que Nunca Han Caído, Constituyen Una Sola Iglesia.
Todo ser celestial
está interesado en las asambleas
de los santos que en la tierra se
congregan para adorar a Dios en espíritu y
en verdad y en la
belleza de la santidad.
En
el atrio interior del cielo escuchan el testimonio que dan los testigos de Cristo en el atrio exterior de la tierra, y las alabanzas de los adoradores de este mundo hallan su complemento en la antífona celestial, y el loor y el
regocijo repercuten por todos los atrios celestiales porque Cristo no murió en vano por
los caídos hijos de Adán.
Mientras los
ángeles beben en el manantial principal, los santos de la tierra beben
los raudales puros que fluyen del
trono y alegran la ciudad de nuestro Dios.
¡Ojalá Que Todos Pudiesen Comprender Cuán Cerca Está El Cielo De La
Tierra!
Aun cuando
los hijos nacidos en la tierra no lo saben,
tienen ángeles de luz por
compañeros; porque los
mensajeros celestiales son enviados para ministrar
a los que serán
herederos de salvación.
Un testigo silencioso vela sobre toda alma tratando de ganarla y atraerla a Cristo. Los
ángeles nunca
dejan a los tentados que sean presa del enemigo que destruiría el alma de hombres y mujeres si se le permitiera. Mientras
Hay Esperanza, hasta que los seres humanos resistan al Espíritu Santo para eterna ruina suya, son guardados por los seres celestiales.
Recordemos
todos que en cada asamblea de los santos realizada en la tierra, hay ángeles de Dios
escuchando los testimonios, los himnos y las oraciones. Recordemos que nuestras alabanzas quedan suplidas por los coros de las
huestes angélicas en lo alto.
La
imagen de Cristo, grabada sobre el corazón, será reflejada día tras día en el carácter y en la vida práctica, porque representamos a un Salvador personal. Se promete el
Espíritu Santo a todos los que lo pidan.
Cuando
escudriñan las Escrituras, el Espíritu Santo está a su lado, representando a
Jesucristo.
Si le abrimos
la puerta a Jesús, vendrá y morará con nosotros. Nuestra fuerza siempre será reforzada por su
representante presente, el Espíritu Santo. The General Conference Bulletin, 15 de febrero de 1895. Ver Joyas de
los Testimonios 3:32. [323]
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