martes, 6 de junio de 2023

06. “EL CARÁCTER PROBADO POR LA PRESENCIA DE LOS MENOS AFORTUNADOS” VI. SER SEMEJANTES A JESÚS EN SU ÉTICA CON EL MUNDO (EGW)

 

Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. (Deut. 24:19).

Vi que, en la providencia de Dios, viudas y huérfanos, ciegos, mudos y cojos, y personas afligidas de varias maneras han sido colocados en estrecha relación cristiana con su iglesia; es para probar a su pueblo y desarrollar su verdadero carácter.

Los ángeles de Dios vigilan para ver cómo tratamos a estas personas que necesitan nuestra simpatía, amor y benevolencia desinteresada. Esta es la forma en que Dios prueba nuestro carácter.

Si tenemos la verdadera religión de la Biblia, sentiremos que es un deber de amor, bondad e interés el que hemos de cumplir para Cristo en favor de sus hermanos; y no podemos hacer nada menos que mostrar nuestra gratitud por su incomparable amor manifestado hacia nosotros mientras éramos pecadores indignos de su gracia, revelando un profundo interés y un amor abnegado por nuestros hermanos que son menos afortunados que nosotros.

Los dos grandes principios de la ley de Dios son el amor supremo a Dios y el amor abnegado hacia nuestro prójimo.

 Los primeros cuatro mandamientos y los últimos seis descansan sobre estos dos principios y brotan de ellos.

 Cristo le explicó al doctor de la ley quién era su prójimo mediante el relato de un hombre que viajaba de Jerusalén a Jericó, y que cayó en manos de ladrones, quienes lo despojaron, lo castigaron y lo dejaron medio muerto.

El sacerdote y el levita vieron a este hombre sufriendo, pero sus corazones no respondieron a sus necesidades. Lo evitaron pasando de lado.

El samaritano pasó a su lado, y cuando vio la necesidad de ayuda que tenía el forastero, no preguntó si era pariente, o si pertenecía a su país o a su credo, sino que puso manos a la obra para ayudar al que sufría, porque había una obra que necesitaba ser hecha.

Lo alivió lo mejor que pudo, lo colocó sobre su propia bestia, y lo llevó a una posada haciendo provisión para sus necesidades a sus propias expensas. El samaritano, dijo Jesús, era el prójimo de aquel que había caído entre ladrones. El levita y el sacerdote representan a una clase que en la iglesia manifiesta indiferencia precisamente hacia las personas que necesitan su simpatía y ayuda.

Esta clase, a pesar de su posición en la iglesia, quebranta los mandamientos. El samaritano representa a una clase de personas que son verdaderos ayudadores de Cristo, y que están imitando su ejemplo de hacer el bien. Servicio Cristiano Eficaz, 239,240. [165]

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=PeOl1Wi5Gy4&list=PLVsLdOIe7sVs6M9Rbo5qmC5KxlSCNC_2b&index=6&pp=gAQBiAQBsAQB


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