Las personas
intemperantes no
debieran ser colocadas en situaciones de confianza por el voto del pueblo. Su influencia corrompe a
otros, y graves responsabilidades están en juego.
Con cerebro y nervios nublados por el
tabaco y los estimulantes, ellos hacen una ley de su propia naturaleza, y cuando se disipa la influencia inmediata [de los estimulantes o
licores] se produce un colapso.
Con frecuencia la vida humana se encuentra en la balanza; de la decisión de los que ocupan esos cargos de confianza dependen la vida y la libertad, o la prisión y la angustia. Cuán necesario es que todos los que tienen parte en esas transacciones sean personas probadas, personas de cultura propia, personas honradas y veraces, de firme integridad, que desprecien el cohecho, que no permitan que su juicio o sus convicciones acerca de lo correcto sean torcidos por la parcialidad o el prejuicio.
Así dice Jehová: “No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito. De
palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo, no justificaré al impío. No recibirás presente; porque el presente ciega a los que lo
ven, y pervierte las palabras de los justos”. Éxodo 23:6-8.
Solamente
los hombres y las mujeres estrictamente temperantes e íntegros
debieran ser admitidos en nuestras cámaras legislativas y elegidos para
presidir en nuestros tribunales.
La propiedad,
la reputación y aun la vida misma están inseguras, libradas al juicio de los
que son intemperantes e inmorales.
¡Cuántas personas inocentes han sido condenadas a muerte, a cuántas más se las ha privado de todas
sus posesiones terrenales por la injusticia de jurados, abogados, testigos y
aun jueces adictos a la bebida!...
Hoy
se necesitan personas que sean como Daniel, personas que posean la
abnegación y el valor de ser reformadores radicales en favor de la temperancia.
Que todo cristiano comprenda que su ejemplo y su influencia
deben estar del lado de la reforma. Sean los ministros del evangelio fieles en instruir y
amonestar al pueblo. Y recordemos todos
que nuestra felicidad en los dos mundos
depende del progreso que hayamos hecho
en uno. La Temperancia, 42,43,210,211. [173]
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