Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita
la vida de sus poseedores. Proverbios 1:19.
A cada
persona se le da su obra. Cada uno tiene un lugar en el plan eterno del cielo. Es el deber de los padres y
las madres vencer su propio
desorden, sus hábitos poco metódicos.
La verdad es limpia y pura, y de gran valor, y necesita ser
incorporada en la edificación del carácter. Los que tienen la verdad, que tienen el amor de la verdad en su
corazón, harán cualquier sacrificio para que esta verdad pueda tener el
primer lugar en cada cosa...
Están en nuestras iglesias quienes tienen mucho que decir en
cuanto al cristianismo, pero en cuya presencia siempre debemos estar en guardia, porque descartan la Palabra de Dios de sus transacciones comerciales.
Cuando hay que comprar o vender, Dios no está a su lado. El enemigo está sobre el terreno,
y se posesiona de ellos.
Se coloca a la hermandad y al amor
cristianos como un sacrificio sobre el altar de la codicia.
Dios, el
Cielo, los preceptos de Jehová, sus repetidos mandatos, se eliminan con
frecuencia del alma. No saben lo que
significa practicar los principios establecidos en la Palabra de Dios. Venden su alma por una
ganancia ilícita.
Tan
espeso es el velo que ciega sus ojos, que sólo pueden ver la ganancia
fraudulenta. Tan dura es la costra que rodea al
corazón, que no sienten por sus semejantes el amor y la ternura y la piedad de
Cristo. Excluyen de su alma la santidad y la verdad de
Dios.
¿Desaprobará el pueblo de Dios
toda esta influencia corruptora? ¿Entregarán su corazón a Dios? ¿Tratarán
misericordiosamente con sus semejantes mortales?
¿Tendrán presente… que no pueden
desviarse de la verdad en sus tratos con sus semejantes, que no pueden violar
la justicia, o perder su integridad, sin dejar a Dios?
Nunca lo beneficiará a usted
cualquier cosa que deshonre a Dios. Los que esperan prosperar violando los
principios eternos de la justicia, están
amontonando una cosecha que no
quisieran segar.
Se colocan en las
filas del enemigo y acarrean
degradación sobre sí mismos. Aunque parezca que
prosperan por un tiempo, nunca pueden ser
contados entre la familia de Dios. Sermons and Talks, 133,134. [188]
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