De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que ya
no nos juzguemos más los unos a los otros. Romanos 14:12,13.
Cuando hicimos todo lo que pudimos, debemos
contarnos como siervos inútiles.
No hay lugar para el orgullo en nuestros esfuerzos,
porque dependemos a cada momento de la gracia de Dios y no tenemos nada que no
hayamos recibido.
Dice Jesús: “Separados de mí, nada
podéis hacer”. Juan 15:5.
Somos responsables sólo por los
talentos que Dios nos ha concedido.
El Señor no reprocha a los siervos que han duplicado sus
talentos, que han hecho conforme a su habilidad.
Los que demuestren así su fidelidad pueden ser felicitados y recompensados;
pero los que haraganean en la viña, los que no hacen nada, o hacen en
forma descuidada la obra del Señor, por medio de su trabajo ponen de manifiesto
cuál es su interés real en la obra a la cual han sido llamados...
El talento que se les dio para la
gloria de Dios y la salvación de las almas ha sido despreciado, y se ha hecho
un mal uso de él.
El bien que podría haber hecho queda
incompleto, y el Señor no puede recibir lo que es suyo con los intereses.
Que ninguno
se queje porque no
tiene mayores talentos para emplear en el servicio del Maestro.
Mientras
usted se muestre
insatisfecho y quejoso, está perdiendo el tiempo precioso y malgastando
oportunidades valiosas.
Agradezca a Dios por las habilidades que tiene, y ore
para que pueda ser capacitado para hacer frente a las responsabilidades que le
han sido confiadas.
Si desea una utilidad mayor, vaya a trabajar y adquiera
aquello por lo que se lamenta.
Vaya a trabajar con una paciencia firme, y haga lo
mejor que pueda sin tener en cuenta lo que hacen otros. “De manera que cada uno
de nosotros dará a Dios cuenta de sí”. Romanos 14:12.
Que no sean sus pensamientos ni
sus palabras: “¡Ojalá que tuviera una obra más importante! ¡Ojalá que estuviera en
esta o aquella posición!”
Cumpla con su deber donde esté. Invierta lo mejor posible los dones que
le fueron confiados en el lugar donde trabaja y así servirá mejor al Señor.
Deseche toda
murmuración y toda lucha. No trabaje por la supremacía.
No envidie las capacidades de
otros, porque eso no aumentará su habilidad para hacer una obra mejor o más
grande.
Use su don con mansedumbre, humildad y fe, y espere hasta el día del ajuste final de cuentas, y no tendrá motivo para afligirse o avergonzarse.
The
Review and Herald, 1 de mayo de 1888. [87]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=mZRpZcWLkvk&list=PLVsLdOIe7sVu8i3spxZdlwjNyR-2pWNT5&index=20&pp=sAQB
No hay comentarios:
Publicar un comentario