Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó
a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos,
y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Mateo
25:14,15.
Que la obra que necesita ser hecha no espere por la ordenación de
ministros. Si no hay ministros para emprender la obra, que hombres y mujeres
inteligentes, sin pensar en cómo pueden acumular la mayor parte de bienes, se
establezcan en esas ciudades y pueblos, y eleven el estandarte de la cruz
usando el conocimiento que han obtenido en ganar almas para la verdad.
El conocimiento de la verdad es demasiado precioso para ser
amontonado, y atado y escondido en la tierra. Aun el único talento que nos confió el
Maestro debe ser empleado fielmente también para ganar otros talentos.
¿Dónde están los hombres y las mujeres que han sido refrescados con los ricos manantiales de bendiciones que descienden del trono de Dios?
Que se pregunten qué es lo que han hecho para comunicar
esta luz a los que no han tenido las mismas ventajas.
¿Cómo estarán en el juicio, cuando
se escudriñe cada motivo, quienes han sido negligentes en usar sus talentos?
El Maestro celestial ha encomendado talentos a
cada uno de sus siervos. “A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno,
a cada uno conforme a su capacidad”.
Dios no ha dado talentos tan sólo a unos pocos, sino que a cada uno le ha encomendado algún don
particular para que lo use en su servicio.
Muchos a quienes el Señor le ha dado talentos preciosos han rechazado emplearlos
para el adelanto del reino de Dios; no obstante, están bajo la obligación a
Dios por su uso de los dones.
Cada uno, ya sea que sirva a Dios o se complazca a sí mismo, es un poseedor de algún depósito, cuyo uso apropiado traerá gloria a Dios y cuyo uso pervertido robará al Dador.
El que los
poseedores de talentos no reconozcan las demandas de Dios sobre ellos, no los
hace menos culpables.
Si durante su vida eligen permanecer bajo la bandera negra del príncipe de las tinieblas, Cristo no los confesará en el día del ajuste final de cuentas.
The Signs
of the Times, 23 de enero de 1893. [89]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=6GsSUGrUxt4&list=PLVsLdOIe7sVu8i3spxZdlwjNyR-2pWNT5&index=22&pp=sAQB
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