Orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra
puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el
cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar. Colosenses
4:3,4.
Dios no ha
dado los talentos caprichosamente.
Él, quien conoce todas las cosas, quien está familiarizado
con cada uno, le ha dado a cada persona su obra.
Aquellos a quienes les ha confiado mucho no
deben jactarse, porque lo que poseen no es suyo; se lo ha prestado a prueba, y
cuanto más grande el don, mayores intereses se requieren. Día tras día Dios
está probando a hombres y a mujeres para ver si lo van a reconocer como el
Dador de todo lo que tienen.
Observa para ver si demuestran ser dignos de
las riquezas eternas.
El
uso que
hacen de sus dones preciosos decide su destino para la eternidad.
De todos los dones
que Dios les ha concedido a sus hijos, ninguno es capaz de ser una bendición
mayor que el don del habla.
Con
la voz convencemos y persuadimos; con ella oramos y alabamos a Dios; y con ella
hablamos a otros del amor del Redentor.
Dios quiere que consagremos este don a su servicio, hablando sólo palabras tales que ayuden a los que están a nuestro alrededor.
Y
si Cristo reina en nuestro corazón, nuestras palabras revelarán la pureza,
bondad y fragancia de un carácter moldeado y amoldado por él.
Pero si estamos bajo la dirección del
enemigo de todo lo bueno, nuestras palabras reflejarán sus conceptos. Vigile bien sus palabras. Consagre su don del habla al servicio de Dios,
porque un día lo requerirá de sus manos.
Cada uno de
nosotros ejerce una
influencia sobre aquellos con los cuales entramos en contacto. Esa influencia la tenemos de Dios, y somos responsables por la forma
en que la usamos. Dios desea que se ponga del lado de la verdad, pero queda con
cada uno de nosotros decidir si nuestra influencia será pura y elevadora, o si
actuará como una malaria venenosa.
Los
que son participantes de la naturaleza divina ejercen una influencia que es semejante a la de
Cristo. Santos ángeles los asisten en su camino, y
todos aquellos con los cuales entran en contacto reciben ayuda y bendición.
Pero los que no reciben a Cristo como
su Salvador personal, no pueden influir en otros para bien. Ésos pierden
toda esperanza de la vida eterna, y por medio de su ejemplo extravían a otros.
Vigilen bien
su influencia; es “su culto racional”, para colocarla en el lado
del Señor. The Signs of the Times, 21 de enero de 1897. [93]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=KbBvhg1AKMs&list=PLVsLdOIe7sVu8i3spxZdlwjNyR-2pWNT5&index=26&pp=sAQB
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