viernes, 24 de marzo de 2023

24. “USAR BIEN EL TALENTO DEL HABLA” III. SER SEMEJANTE A JESÚS EN NUESTRA PREPARACIÓN, DONES Y EL SERVICIO (EGW)

Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. Salmos 45:2.

Mediante un esfuerzo diligente todos pueden adquirir la habilidad de leer inteligiblemente y hablar en un tono de voz fuerte, claro, sonoro, de un modo distinto e impresionante.

Haciendo esto podemos aumentar grandemente nuestra eficiencia como obreros de Cristo.

Todo cristiano está llamado a dar a conocer a otros las inescrutables riquezas de Cristo; por lo tanto, debiera procurar la perfección en el habla. Debiera presentar la Palabra de Dios de un modo que la recomiende a sus oyentes.

Dios no desea que sus intermediarios sean incultos. No es su voluntad que los seres humanos rebajen o degraden la corriente celestial que fluye por medio de él al mundo.

Debiéramos mirar a Jesús, el Modelo perfecto; debiéramos orar por la ayuda del Espíritu Santo, y con su fuerza tratar de educar todo órgano para hacer una obra perfecta.

Esto es especialmente cierto con respecto a quienes son llamados al ministerio público.

 Todo ministro y todo maestro deben recordar que están dando a la gente un mensaje que encierra intereses eternos. La verdad que prediquen los juzgará en el gran día del ajuste final de cuentas.

Y en el caso de algunas almas, el modo en que se presente el mensaje determinará su recepción o rechazamiento. Entonces, háblese la palabra de tal manera que despierte el entendimiento e impresione el corazón. 

Lenta, distinta y solemnemente debiera hablarse la palabra, y con todo el fervor que su importancia requiere.

La debida cultura y el uso de la facultad del habla es parte de todo ramo de servicio cristiano; entra en la vida familiar y en toda nuestra relación mutua.

Hemos de acostumbrarnos a hablar en tonos agradables, a usar un lenguaje puro y correcto, y palabras bondadosas y corteses.

 Las palabras dulces, amables, son como el rocío y la suave lluvia para el alma. 

La Escritura dice de Cristo que la gracia fue derramada en sus labios, para que pudiera “hablar en sazón palabra al cansado”. Salmos 45:2; Isaías 50:4. Palabras de Vida del Gran Maestro, 270, 271. [91]

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=LcMJgI34YvQ&list=PLVsLdOIe7sVu8i3spxZdlwjNyR-2pWNT5&index=24&pp=sAQB


 

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