No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2.
Muchos, en vez de consagrar sus medios al
servicio de Dios, consideran su dinero como suyo propio y dicen que tienen el
derecho a usarlo como les plazca.
Al igual que
los habitantes del mundo de los días de Noé, usan los dones de Dios para su
propio servicio.
Aun algunos que profesan conocer y amar al Señor
hacen esto.
Dios les ha revelado su voluntad. Los ha invitado a que le entreguen todo lo
que tienen, pero el amor al mundo ha pervertido su voluntad y endurecido su
corazón.
No quieren obedecer a Aquel a quien deben todo
lo que poseen.
Sin
hacer caso de su llamado, estrechan sus tesoros entre sus brazos, olvidándose de que el Dador
tiene alguna demanda sobre ellos.
De esa manera las bendiciones dadas por Dios
se convierten en una maldición, porque se hace un mal uso de los medios.
Cristo
entendió el peligro del amor al dinero, porque dijo: “¡Cuán difícil les
es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas!” Marcos
10:24...
Hoy día nos invita a que demos una atención concienzuda a nuestros intereses eternos. Quiere que subordinemos cada interés terrenal a su servicio.
“Porque, ¿qué
aprovechará al hombre”, pregunta Jesús, “si ganare todo el mundo y perdiere su
alma?” Mateo 16:26.
El derecho de Dios a nuestro
servicio se mide por el sacrificio infinito que hizo para nuestra salvación.
“Mirad cual
amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1.
Por amor a
nosotros, Jesús vivió una vida de tristeza y privaciones.
Él
era puro y santo, y sin embargo sobre él fue puesta la iniquidad de todos
nosotros...
Con un toque de
su mano curó a los enfermos, y con todo
sufrió fuerte dolor corporal.
Expulsó a
demonios con una palabra, y libró a los que estaban atados por las tentaciones
de Satanás; y sin embargo le
asaltaron tentaciones como nunca asaltaron a ninguno.
Levantó a los muertos por su poder, y sin embargo sufrió la agonía de la
muerte más terrible.
Todo esto lo
sufrió Cristo por nosotros. ¿Qué le estamos
dando en cambio?
Él, la
Majestad del cielo, se sometió pacientemente a la burla y al insulto...
¿Consideraremos demasiado grande algún sacrificio?
¿Vacilaremos en rendir a Dios un culto
racional?
The Signs of the Times, 21 de enero de 1897. (98)
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=o6FbzgZWP-w&list=PLVsLdOIe7sVu8i3spxZdlwjNyR-2pWNT5&index=31&pp=sAQB
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