Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna,
y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los
cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal. Sofonías 1:12.
Nos estamos acercando al fin del tiempo. Me
ha sido mostrado que los juicios retributivos de
Dios ya están sobre la tierra. El Señor nos ha advertido de los
acontecimientos que están por suceder.
Resplandece la luz de su Palabra, y sin embargo las tinieblas cubren la tierra y densa oscuridad los pueblos. “Que cuando digan: paz y seguridad,
entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer
encinta, y no escaparán”. 1 Tesalonicenses 5:3.
Es
nuestro deber inquirir la causa de estas
terribles tinieblas para que podamos evitar la conducta por la cual los seres humanos han
atraído sobre sí mismos tan grande engaño. Dios ha dado al mundo una oportunidad de aprender
y obedecer su voluntad. Les ha dado, en su Palabra, la luz de la verdad; les ha enviado
advertencias, consejos y amonestaciones; pero pocos quieren obedecer su voz.
Al igual que la nación judía, la mayoría, aun de los
cristianos profesos, se enorgullece de sus magníficas
ventajas pero no agradece a Dios por esas grandes bendiciones.
En su misericordia infinita, Dios ha
enviado al mundo un último mensaje de amonestación, anunciando que
Cristo está a la puerta, y llamando la atención a la quebrantada ley de Dios.
Pero así como los antediluvianos rechazaron con desprecio la
amonestación de Noé, así también los amadores de
placeres de hoy rechazarán el mensaje de los fieles siervos de Dios.
El mundo prosigue en su giro constante, absorto como
nunca en los negocios y placeres, mientras la ira
de Dios está por caer sobre los transgresores de su
ley.
Nuestro
compasivo Redentor, previendo los peligros que rodearían a sus discípulos
en este tiempo, les dio una amonestación especial: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y
embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre
vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de
toda la tierra. Velad,
pues, en todo tiempo orando que seáis
tenidos por dignos de escapar
de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre. Lucas 21:34-36. Testimonies for the Church 5:99, 100. [192]
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