Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta
viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han
echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía,
todo su sustento. Marcos 12:43,44.
Es el motivo lo que
da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral.
No son
las cosas grandes que todo ojo ve y que
toda lengua alaba lo que Dios
tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a
los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con
frecuencia más
altamente a su vista. Un corazón
lleno de fe y de amor es más
apreciable para Dios que el don más costoso.
La
pobre viuda dio lo que necesitaba para
vivir al dar lo poco que dio. Se privó de
alimento para entregar esas dos
blancas a la
causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fue
este espíritu abnegado y esta fe infantil lo
que mereció el elogio del Salvador.
Entre los pobres hay muchos que desean demostrar
su gratitud a Dios por
su gracia y verdad. Anhelan participar con sus hermanos más
prósperos en el sostenimiento de su servicio. Estas almas no deben ser repelidas.
Permítaseles poner sus blancas en el Banco del cielo. Si las dan con corazón lleno de amor por Dios, estas aparentes bagatelas
llegan a ser donativos consagrados, ofrendas inestimables que Dios aprecia y bendice.
Cuando
Jesús dijo acerca de la viuda: “Echó más que todos”, sus palabras expresaron la
verdad no sólo en cuanto al motivo, sino también acerca de los resultados de su
don. Las
“dos blancas”, que son un maravedí, han traído a la tesorería de Dios una cantidad de dinero mucho mayor que las contribuciones de aquellos judíos ricos. La influencia de ese
pequeño donativo ha sido como un arroyo, pequeño en su principio, pero que se
ensancha y se profundiza a medida
que va fluyendo en el transcurso de los siglos. Ha
contribuido de mil maneras al alivio de los pobres y a la difusión del
evangelio.
El ejemplo de abnegación de esa mujer ha obrado y vuelto a obrar en miles de corazones en todo
país, en toda época.
Ha impresionado tanto a ricos como a pobres, y sus
ofrendas han aumentado el valor
de su donativo.
La bendición de Dios sobre las blancas de la viuda ha hecho
de ellas una fuente de grandes
resultados.
Así también sucede con cada don entregado y todo acto realizado con un sincero deseo de glorificar a Dios. Está vinculado con los propósitos de la Omnipotencia. Nadie puede medir sus resultados para el bien.
El Deseado de Todas las Gentes, 567,568. [207]
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