(“Una lección del pasado para nuestro presente”)
Primero debe
arrancarse de raíz el error, luego el suelo queda preparado para que brote la
buena semilla y lleve fruto para la gloria de Dios. El único remedio... es por medio de
disciplina y organización. Un espíritu de
fanatismo ha regido a cierta clase de observadores del
sábado... Han bebido tan sólo pocos
sorbos de la fuente de la verdad y no conocen el espíritu del mensaje del
tercer ángel. Nada puede hacerse para esta clase
hasta que corrija sus opiniones fanáticas.
Algunos que
estuvieron en el movimiento de 1854 han traído con ellos puntos de vista erróneos, tales
como la no resurrección de los impíos y la era futura, y están tratando de unir
esas opiniones y su experiencia pasada con el mensaje del tercer ángel. No pueden hacer eso; no hay concordia entre
Cristo y Belial.
La
no resurrección de los impíos y sus puntos de vista particulares con respecto al
mundo futuro, son errores graves que Satanás ha introducido poco a poco
entre las herejías de los últimos días para que sirvan a su propio propósito de
arruinar almas. Esos errores no pueden estar en armonía con el
mensaje de origen celestial.
Algunas
de esas personas tienen manifestaciones de lo que llaman dones, y dicen que el Señor
las ha colocado en la iglesia. Hablan
una jerigonza incomprensible que llaman la lengua desconocida, y que lo es no sólo para los seres humanos, sino para el Señor y todo el
cielo. Esos dones son fabricados por
hombres y mujeres ayudados por el gran engañador.
El fanatismo, la falsa agitación, el falso hablar
en lenguas y los servicios ruidosos han sido considerados como dones que Dios ha colocado en la iglesia. Algunos
han sido engañados.
El fruto de todo esto no ha sido bueno. “Por
sus frutos los conocerán”.
El fanatismo y el
ruido han sido considerados como evidencias especiales de la fe. Algunos no se quedan satisfechos con una reunión a menos que
sientan cierto poder y momentos felices. Trabajan
para esto y despiertan sentimientos de
excitación, pero la influencia de tales reuniones no es benéfica. Una vez
desaparecida la sensación fugaz de felicidad, descienden
más bajo que antes de la reunión, porque su felicidad no proviene de la debida fuente.
Las reuniones más provechosas para el progreso espiritual son aquellas que se caracterizan por la solemnidad y el escudriñamiento profundo del corazón; en las cuales cada uno procura conocerse a sí mismo y con fervor y profunda humildad se esfuerza por aprender de Cristo.
Testimonies for the Church 1:411,412. Joyas de los
Testimonios 1:161. [193]
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