Si
se humillare mi pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren
mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados,
y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14.
En la oración
profética que
elevara al dedicar el templo, cuyos servicios
Ezequías y sus asociados estaban
restableciendo, Salomón se había expresado así: “Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos
por haber pecado contra ti, y se
volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y suplicaren en esta casa, tú oirás en los cielos y
perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus padres”.
1Reyes 8:33,34.
Esta oración había
recibido el sello de la aprobación divina;
porque a su conclusión descendió fuego del cielo para consumir el
holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el templo
ver. 2 Crónicas 7:1. Y de noche el Señor apareció a Salomón para decirle que su oración
había sido oída, y que su misericordia se manifestaría hacia los que
le adoraran allí...
Durante muchos años la Pascua no había sido observada
como fiesta nacional.
La división del reino, al finalizar el reinado de Salomón, había hecho
difícil esa celebración. Pero los
terribles castigos que estaban cayendo sobre las diez tribus despertaban en el corazón de algunos un
deseo de cosas mejores; y se notaba el efecto que tenían los mensajes conmovedores de los profetas...
Los impenitentes se apartaban con liviandad; pero algunos, deseosos
de buscar a Dios y de obtener
un conocimiento más claro de su voluntad,
“se humillaron, y vinieron a Jerusalén”.
2 Crónicas 30:10,11.
La Historia
de Profetas y Reyes, 248,249.
Sólo había un remedio para el castigado Israel, y consistía
en que se apartase de los pecados
que habían traído
sobre él la mano castigadora del Todopoderoso, y que se volviese al Señor de todo su
corazón.
Se le había hecho esta promesa: “Si yo cerrara
los cielos para que no haya lluvia,
y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare
pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo
sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos,
y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:13,14.
Con el fin de obtener este resultado bienaventurado, Dios continuaba privándolos de rocío y lluvia hasta que se produjese una reforma decidida. La Historia
de Profetas y Reyes, 92. (26)
AUDIO.
https://www.youtube.com/watch?v=0fUVlqum1n0&list=PLVsLdOIe7sVtovwVd5uGiwjr745Ja5t-n&index=20&pp=sAQB
Si
se humillare mi pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren
mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados,
y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14.
En la oración
profética que
elevara al dedicar el templo, cuyos servicios
Ezequías y sus asociados estaban
restableciendo, Salomón se había expresado así: “Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos
por haber pecado contra ti, y se
volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y suplicaren en esta casa, tú oirás en los cielos y
perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus padres”.
1Reyes 8:33,34.
Esta oración había
recibido el sello de la aprobación divina;
porque a su conclusión descendió fuego del cielo para consumir el
holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el templo
ver. 2 Crónicas 7:1. Y de noche el Señor apareció a Salomón para decirle que su oración
había sido oída, y que su misericordia se manifestaría hacia los que
le adoraran allí...
Durante muchos años la Pascua no había sido observada
como fiesta nacional.
La división del reino, al finalizar el reinado de Salomón, había hecho
difícil esa celebración. Pero los
terribles castigos que estaban cayendo sobre las diez tribus despertaban en el corazón de algunos un
deseo de cosas mejores; y se notaba el efecto que tenían los mensajes conmovedores de los profetas...
Los impenitentes se apartaban con liviandad; pero algunos, deseosos
de buscar a Dios y de obtener
un conocimiento más claro de su voluntad,
“se humillaron, y vinieron a Jerusalén”.
2 Crónicas 30:10,11.
La Historia
de Profetas y Reyes, 248,249.
Sólo había un remedio para el castigado Israel, y consistía
en que se apartase de los pecados
que habían traído
sobre él la mano castigadora del Todopoderoso, y que se volviese al Señor de todo su
corazón.
Se le había hecho esta promesa: “Si yo cerrara
los cielos para que no haya lluvia,
y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare
pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo
sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos,
y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:13,14.
Con el fin de obtener este resultado bienaventurado, Dios continuaba privándolos de rocío y lluvia hasta que se produjese una reforma decidida. La Historia
de Profetas y Reyes, 92. (26)
Si
se humillare mi pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren
mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados,
y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14.
En la oración profética que elevara al dedicar el templo, cuyos servicios Ezequías y sus asociados estaban restableciendo, Salomón se había expresado así: “Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos por haber pecado contra ti, y se volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y suplicaren en esta casa, tú oirás en los cielos y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus padres”.
1Reyes 8:33,34.
Esta oración había
recibido el sello de la aprobación divina;
porque a su conclusión descendió fuego del cielo para consumir el
holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el templo
ver. 2 Crónicas 7:1. Y de noche el Señor apareció a Salomón para decirle que su oración
había sido oída, y que su misericordia se manifestaría hacia los que
le adoraran allí...
Durante muchos años la Pascua no había sido observada
como fiesta nacional.
La división del reino, al finalizar el reinado de Salomón, había hecho
difícil esa celebración. Pero los
terribles castigos que estaban cayendo sobre las diez tribus despertaban en el corazón de algunos un
deseo de cosas mejores; y se notaba el efecto que tenían los mensajes conmovedores de los profetas...
Los impenitentes se apartaban con liviandad; pero algunos, deseosos de buscar a Dios y de obtener un conocimiento más claro de su voluntad, “se humillaron, y vinieron a Jerusalén”.
2 Crónicas 30:10,11.
La Historia
de Profetas y Reyes, 248,249.
Sólo había un remedio para el castigado Israel, y consistía
en que se apartase de los pecados
que habían traído
sobre él la mano castigadora del Todopoderoso, y que se volviese al Señor de todo su
corazón.
Se le había hecho esta promesa: “Si yo cerrara
los cielos para que no haya lluvia,
y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare
pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo
sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos,
y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:13,14.
Con el fin de obtener este resultado bienaventurado, Dios continuaba privándolos de rocío y lluvia hasta que se produjese una reforma decidida. La Historia
de Profetas y Reyes, 92. (26)
AUDIO.
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