Hasta que todos lleguemos a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Efesios
4:13.
Nunca podremos ver a nuestro Señor en paz, a menos que nuestra alma esté inmaculada. Debemos llevar la perfecta imagen de Cristo. Cada pensamiento debe ser puesto en sujeción a la voluntad
de Cristo.
Como lo expresa el gran
apóstol, debemos alcanzar “la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Nunca llegaremos
a esta condición sin un esfuerzo ferviente. Debemos
luchar diariamente contra el mal
externo y el pecado interior, si queremos alcanzar la perfección del carácter
cristiano. -Mensajes Selectos 3:167.
Los que
se ocupan en esta obra verán mucho por corregir en ellos mismos, y dedicarán tanto tiempo a la oración
y a comparar sus caracteres con la gran norma de Dios, la divina ley, que no tendrán tiempo
para comentar y chismear acerca
de las faltas de otros ni
tampoco para disecar sus caracteres.
Un sentido de nuestras propias imperfecciones debería
conducirnos a la humildad y a una fervorosa solicitud, no sea que perdamos la vida eterna. Las
palabras de la inspiración deberían convencer a cada alma: “Examinaos a vosotros
mismos si estáis
en la fe; probaos a vosotros mismos.
¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros,
a menos que estéis reprobados?” 2 Corintios 13:5.
Si el profeso pueblo
de Dios se despojara de su propia
complacencia y de sus ideas
falsas de lo que constituye un cristiano, muchos que ahora creen que están en el sendero al cielo se encontrarían en el
camino de la perdición.
Muchos cristianos profesos, que se sienten orgullosos [de la
religión], se estremecerían como una hoja
de álamo temblón, en la tempestad si pudieran ser abiertos sus ojos para ver lo que es realmente la vida espiritual.
Ojalá que los que ahora descansan en una falsa seguridad puedan despertarse para ver la contradicción entre su profesión
de fe y su conducta
diaria.
Para ser cristianos vivos, debemos
tener una conexión vital con Cristo...
Cuando los afectos están
santificados,
nuestras obligaciones para con Dios ocuparán
el primer lugar, siendo secundario todo lo demás. Para
tener un amor firme y siempre creciente hacia Dios, y una
percepción clara de su carácter y sus atributos, debemos mantener
los ojos de la fe fijados constantemente en él. Cristo es la vida del alma. Debemos
estar en él y él en nosotros, o de otra manera somos pámpanos
secos. —The Review
and Herald, 30 de mayo de 1882. [36]
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=8BLsMKMzKBA&list=PLVsLdOIe7sVtovwVd5uGiwjr745Ja5t-n&index=30&pp=sAQB
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