Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y
produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe
bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está
próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. Hebreos 6:7,8.
Es necesario
enseñar a los jóvenes que la vida implica trabajo serio, responsabilidad,
preocupación.
Necesitan una
preparación que les dé sentido práctico, que
haga de ellos hombres y mujeres capaces de hacer frente a las emergencias.
Debería
enseñárseles que la disciplina del trabajo sistemático y bien regulado es
esencial no
sólo como salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como medio para lograr un desarrollo completo.
A pesar de
todo lo que se ha dicho y escrito acerca de la dignidad del trabajo,
prevalece la idea de que es
degradante.
Los jóvenes
anhelan ser maestros,
empleados, comerciantes, médicos y abogados, u ocupar algún otro puesto que no
requiera trabajo físico.
Las jóvenes evitan los quehaceres domésticos y tratan de prepararse para otra cosa. Necesitan aprender que el trabajo honrado no degrada a nadie. Lo que degrada es la ociosidad y la dependencia egoísta.
La ociosidad fomenta la complacencia y da como resultado una vida vacía y estéril, un terreno propicio para el desarrollo de toda clase de mal...
Puesto que tanto los hombres como las mujeres ocupan su lugar en el hogar, los niños y las niñas deberían saber en qué consisten los deberes domésticos...
Aprendan
los niños y los jóvenes, mediante el estudio de la Biblia, cómo ha honrado Dios el trabajo
del obrero.
Lean acerca de los “hijos de los profetas” (2 Reyes 6:1-7) que asistían a la escuela y construyeron una casa para su uso, y para quienes se hizo un
milagro con el fin de recuperar un hacha prestada.
Lean
acerca de Jesús, el
carpintero; de Pablo,
el fabricante de tiendas. Al trabajo del
artesano unían el ministerio superior, humano y divino.
Lean acerca del muchacho que proveyó los cinco panes usados por Jesús en el maravilloso milagro de la alimentación de la multitud;
De Dorcas, la costurera, resucitada con el fin de que siguiera haciendo ropa para los pobres; de la mujer sabia descrita en Proverbios 31:13, 27, que “busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos”... que “considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde”
La Educación, 215-217. [228]
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