¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He
aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos
para la siega. Juan 4:35.
“El poder humano no estableció la
obra de Dios, ni puede destruirla”.
Dios concederá
la dirección constante y la
custodia de sus santos ángeles a quienes
llevan su obra adelante frente a
dificultades y opresión. Nunca cesará
su obra en la tierra. La edificación de su templo espiritual irá adelante hasta que esté completo, y la piedra angular será colocada con clamores: “Gracia, gracia a ella”.
Zacarías 4:7.
Los
cristianos están para beneficiar a los demás. De este modo se benefician a sí
mismos. “El que saciare, él también será saciado”. Proverbios
11:25.
Esta es una
ley de la administración divina, una ley mediante la cual Dios se
propone mantener las corrientes de la beneficencia en constante circulación, como las aguas del gran océano regresan
perpetuamente a su fuente. El poder de las
misiones cristianas se halla en el cumplimiento de esta ley.
…acerca
de que dondequiera que la gente se
haya sacrificado y haya realizado esfuerzos urgentes para proveer medios para el establecimiento y avance de la causa, y el Señor haya prosperado la obra, la gente de dichos
lugares debiera a su vez dar de sus medios para ayudar a sus siervos que han
sido enviados a nuevos campos.
Dondequiera que se haya establecido la obra sobre una buena base, los creyentes deberían sentirse bajo la obligación de ayudar a los que tienen necesidades, transfiriendo, aun al costo de un gran sacrificio, una parte o todos los medios que en años anteriores se invirtió en favor del establecimiento
de la obra en su propia localidad.
De esa manera el Señor se propone hacer crecer su obra. Este es el lineamiento correcto de la ley de la restitución.
Testimonies
for the Church 7:170. (251)
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