¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos
cae a tierra sin vuestro Padre. Mateo 10:29.
El
gran Maestro puso a sus oyentes en contacto con la
naturaleza para que oyeran la voz que habla en todas las cosas creadas, y a medida que su corazón se hacía más sensible y su mente más
receptiva, les ayudaba a interpretar la enseñanza
espiritual de las escenas que contemplaban sus ojos.
Las
parábolas, por medio de las cuales le gustaba enseñar lecciones de verdad, muestran cuán abierto estaba su espíritu a las influencias de la
naturaleza y cómo le agradaba extraer la
enseñanza espiritual del ambiente en que transcurría la vida
diaria.
Cristo se valía de las aves del cielo, los lirios del campo, el sembrador y la semilla, el pastor y las
ovejas, para ilustrar
verdades inmortales. También obtenía ilustraciones de
los acontecimientos de la vida, de cosas familiares a sus
oyentes, tales como
la levadura, el tesoro escondido, la perla, la red del pescador, la moneda perdida, el hijo pródigo, las casas construidas en la
arena y en la roca.
En sus
lecciones había algo para interesar a cada mente e impresionar cada corazón.
De ese modo la tarea diaria, en vez de ser
una serie repetida de trabajos, exenta de pensamientos elevados, resultaba animada por recuerdos constantes de lo espiritual y lo invisible.
Del mismo modo deberíamos enseñar nosotros.
Aprendan los
niños a ver en la naturaleza una expresión del amor y de la
sabiduría de Dios; vincúlese el concepto del
Creador al ave, la flor y el árbol; lleguen todas las cosas visibles a
ser para ellos interpretaciones de
lo invisible, y todos
los sucesos de la vida medios de enseñanza divina.
Al
mismo tiempo que aprenden así a estudiar lecciones que
enseñan todas las cosas creadas y todas las circunstancias de la vida, muéstrese que
las mismas leyes que rigen las cosas de la
naturaleza y los sucesos de la vida deben regirnos
a nosotros; que son promulgadas
para nuestro bien; y que únicamente obedeciéndolas podemos hallar felicidad y éxito
verdaderos. La
Educación, 102,103. [239]
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