¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre, para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba? Job 38:25-27.
Aquel que
estableció los fundamentos de la tierra, que adornó los cielos y colocó las estrellas en su orden; Aquel que ha revestido la tierra con una alfombra viviente y la ha embellecido con
preciosas flores de toda tonalidad y variedad, quiere que
sus hijos aprecien sus obras y se
deleiten en la sencilla y serena belleza con la cual
ha adornado el hogar terrenal de ellos.
Cristo procuró desviar la atención
de sus discípulos de lo artificial hacia lo natural: “Si la hierba del campo que
hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a
vosotros, hombres de poca fe?” Mateo 6:30.
¿Por qué
nuestro Padre celestial no alfombró la tierra de marrón o de gris? Escogió el color que da más
descanso, el que es mejor para los sentidos.
¡Cómo alegra el corazón y vivifica el cansado espíritu contemplar la
tierra vestida con su atavío de viviente verdor!
El aire estaría lleno de polvo sin esa cobertura, y la tierra parecería
un desierto.
Cada brizna de hierba, cada capullo que se abre y cada lozana
flor es una prueba del amor de Dios, y debiera enseñarnos una lección de fe y confianza en él.
Cristo llama
nuestra atención a su belleza
natural, y nos asegura que el vestido más hermoso del rey más grande que jamás haya empuñado un
cetro, no fue igual al
ropaje de la flor más humilde... 5CBA 1062.
Quiero presentarles a Cristo y a él crucificado. Denle los mejores afectos de su corazón. Denle su intelecto, porque le pertenece. Denle sus talentos de medios y de influencia; sólo les fueron prestados a ustedes para que los
desarrollen.
Jesús puso a un lado sus vestiduras
reales, descendió de su hogar eterno, vistió su divinidad con la humanidad, y por amor a nosotros se hizo pobre, para que
nosotros, por medio de su pobreza, podamos ser
hechos ricos. ¿Ricos
en dinero? ¿En tierras? ¿En acciones bancarias? No; para que podamos conseguir riquezas eternas.
No hay
salvación excepto la que
viene a través de Cristo. Vino a la tierra para elevar al caído.
Con su brazo humano rodea a toda la raza, al tiempo que con su brazo divino se aferra el trono del Infinito, conectando así a los humanos finitos con el Dios infinito, y uniendo la tierra y el cielo.
The Review and Herald, 27 de octubre de 1885. [232]
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