Cantad a Jehová con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios. Él es
quien cubre de nubes los cielos, el que prepara la lluvia para la tierra. Salmo
147:7,8.
Muchos enseñan que la materia posee poderes vitales. Sostienen que se
le impartieron ciertas propiedades y que luego se la dejó actuar mediante su propia energía inherente; y que las operaciones de la
naturaleza se llevan a cabo en conformidad con leyes fijas, en las cuales Dios mismo no puede intervenir. Esta es una ciencia falsa, y no está respaldada por la Palabra de Dios.
La
naturaleza no actúa
por sí misma; es la sierva de su Creador. Dios no anula sus
leyes, ni tampoco obra
contrariándolas: las usa
continuamente como sus instrumentos.
La
naturaleza atestigua que hay una
inteligencia, una presencia y una
energía activa que obran
dentro de sus leyes, mediante ellas y por encima de ellas.
Existe en la
naturaleza la obra continua del Padre y del Hijo. Dijo Cristo: “Mi Padre hasta
ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17.
Dios
terminó su obra de la creación, pero su energía sigue ejerciendo su
influencia para sustentar los objetos de su creación.
Una pulsación no sigue a la otra, y un hálito
al otro, porque
el mecanismo que una vez se puso en marcha continúa
accionando por su propia energía inherente; SINO que todo hálito, toda pulsación del corazón, es una
evidencia del completo cuidado que tiene de todo lo creado, Aquel en quien
vivimos y somos.
No es en
virtud de alguna fuerza inherente que año tras año la tierra produce sus abundantes cosechas y continúa
su movimiento alrededor del sol.
La
mano de Dios dirige los planetas, y los mantiene en su puesto en su ordenada marcha a través de los cielos... En virtud de su
poder la vegetación florece, aparecen las hojas y las flores se abren... Su Palabra controla los elementos, y por
su poder los valles se fertilizan... Cubre
de nubes los cielos y prepara la lluvia
para la tierra.
“Hace
a los montes producir hierba...
Da la nieve como lana, y derrama la escarcha como
ceniza”. Salmo 147:8,16.
“A
su voz se produce muchedumbre
de aguas en el cielo, y hace subir las nubes
de lo postrero de la tierra; hace
los relámpagos con la lluvia, y
saca el viento
de sus depósitos”. Jeremías 10:13...
Su solícito cuidado está sobre todas las obras de sus manos. Nada es demasiado grande para que él lo dirija; nada es demasiado pequeño como para que se escape de su atención.
Historia de los Patriarcas y Profetas, 105-107; The
Signs of the Times, 20 de marzo de 1884. [235]
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