Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Levítico 25:3,4.
La fiesta de
las Cabañas, de los
Tabernáculos o de las Cosechas, con sus
ofrendas de la huerta y del campo, el acampar durante una semana bajo enramadas, las reuniones sociales, el servicio recordativo sagrado;
Y La
Generosa Hospitalidad Hacia Los Obreros
De Dios: Los
Levitas Del Santuario, Y Hacia Sus Hijos: el
extranjero y el pobre,
Elevaba
Todas Las Mentes En Gratitud hacia Aquel que había coronado el año
con sus bondades, y cuyas huellas destilan abundancia.
LOS ISRAELITAS
DEVOTOS ocupaban así un mes entero del año. Era un lapso libre de cuidados y trabajos, y casi
enteramente dedicado, en
su sentido más verdadero, a los fines de la educación.
Al
distribuir la herencia de su pueblo, Dios se proponía enseñarles, y por medio de ellos a las
generaciones sucesivas, los Principios
Correctos Referentes A La Propiedad.
LA TIERRA DE CANAÁN FUE REPARTIDA entre todo el pueblo a excepción únicamente de los levitas, como ministros del Santuario.
AUNQUE
ALGUIEN VENDIERA, transitoriamente, su posesión, no podía enajenar la herencia de
sus hijos.
EN CUALQUIER
MOMENTO en que estuviera en
condición de hacerlo podría redimirla; las deudas eran perdonadas cada siete años, y el año
quincuagésimo, o de jubileo, toda propiedad volvía a su dueño original.
DE ESE MODO
la herencia de cada familia estaba asegurada y se proveía una salvaguardia
contra la pobreza o la riqueza extremas.
POR MEDIO de la distribución de la tierra entre el pueblo, Dios proveyó para él, lo mismo que para los moradores del Edén, La Ocupación Más Favorable Al Desarrollo: el cuidado de las plantas y
los animales.
OTRA PROVISIÓN PARA LA EDUCACIÓN fue la suspensión de toda labor agrícola cada séptimo
año, durante el cual se dejaba abandonada la
tierra, y sus productos espontáneos pertenecían
al pobre.
De
ese modo se daba oportunidad para profundizar el estudio, para que se realizaran cultos y hubiese intercambio social, y para practicar la
generosidad, con tanta frecuencia asfixiada por los
cuidados y trabajos de la vida.
SI HOY DÍA se
practicaran en el mundo los principios de las leyes de Dios, concernientes a la
distribución de la propiedad, ¡cuán diferente sería la condición de la gente!—La Educación, 42-44. [244]
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