…y he aquí que esta vid juntó cerca de ella sus raíces, y extendió hacia
ella sus ramas, para ser regada por ella por los surcos de su plantío. En un
buen campo, junto a muchas aguas, fue plantada, para que hiciese ramas y diese
fruto, y para que fuese vid robusta. Ezequiel 17:7,8.
El sistema
del diezmo fue instituido por el Señor como el mejor medio
posible para ayudar al pueblo a llevar a cabo los principios de la ley. Si esa ley era
obedecida, al pueblo se le confiaría la viña entera, toda la tierra...
Los seres
humanos debían cooperar con Dios en la restauración de la salud de la tierra
enferma para que pudieran resultar en alabanza y gloria para
el nombre divino.
Y así como la
tierra que poseían, si era cuidada con habilidad y fervor, produciría
sus tesoros, así también su
corazón, si era regido por Dios, reflejaría el carácter de Dios...
En las leyes que Dios dio para el cultivo del suelo, estaba dando al pueblo la
oportunidad de vencer su egoísmo y tener inclinación por las cosas
celestiales.
Canaán sería como el Edén si obedecían
la Palabra del Señor. Mediante
ellos, el Señor tenía el propósito de enseñar a todas las naciones del
mundo cómo
cultivar el suelo para que diera frutos sanos y
libres de enfermedad.
La tierra es la viña del Señor, y ha de ser
tratada de acuerdo con su plan. Los que cultivaban el suelo habían de
comprender que estaban haciendo el servicio de Dios.
Estaban tan ciertamente en su destino y lugar como lo estaban los hombres
nombrados para ministrar en el sacerdocio y en la obra relacionada con el
tabernáculo. Dios
dijo al pueblo que los levitas eran una dádiva para ellos,
y no importa cuál fuera su oficio, habían de ayudar a sostenerlos. —1CBA 1126.
Por su
desobediencia a Dios, Adán y Eva habían perdido el Edén, y debido a su pecado toda la
tierra quedó maldita.
Pero si el
pueblo de Dios seguía su
instrucción, su tierra había de ser restaurada a la fertilidad y la
belleza.
Dios mismo les dio instrucciones en
cuanto a la forma de cultivar el suelo, y ellos
habían de cooperar con él en su restauración.
De modo que toda la tierra, bajo el
dominio de Dios, llegaría a ser una lección objetiva de verdad
espiritual.
Así
como en obediencia a las leyes naturales de Dios la tierra había de producir sus tesoros, así en obediencia a sus leyes
morales en el corazón la gente había de reflejar
los atributos del carácter de Dios.
Aun los
paganos reconocerían la superioridad de los que servían y adoraban al Dios
viviente. —Palabras
de Vida del Gran Maestro, 231,232. [247]
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