Él hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio
del hombre, sacando el pan de la tierra. Salmo 104:14.
En un cierto lugar se
efectuaban los preparativos para limpiar los terrenos donde se construiría un
sanatorio. Se
me dijo que la fragancia del pino, del cedro y del abeto tenían propiedades salutíferas. Y hay varias
otras clases de árboles que tienen propiedades medicinales estimulantes de la
salud.
No hay que
cortar despiadadamente esos árboles. Es mejor cambiar el lugar del edificio [del sanatorio] que talar esos
árboles de hoja perenne. En esos árboles hay
lecciones para nosotros.
La Palabra de Dios declara: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como
cedro en el Líbano”. Salmo 92:12. David dice: “Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia
de Dios confío eternamente y para siempre”. Salmo 52:8.
El cristiano es comparado al cedro del Líbano. He leído que este árbol hace más que enviar unas pocas raíces a la tierra blanda.
Implanta profundamente en la tierra sus fuertes raíces, y cada vez las extiende más lejos en busca de una posición todavía más fuerte. Y cuando se desata la fiera tempestad, permanece firme, sostenido por su raigambre.
También el cristiano se arraiga profundamente en Cristo. Tiene fe en su Redentor. Sabe en quién ha creído. Está plenamente persuadido de que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador de los pecadores... El sonido divino del evangelio se recibe sin dudas conflictivas.
Las raíces de la fe se extienden cada vez más. Los cristianos genuinos, como el cedro del Líbano,
no crecen en una tierra blanda y superficial, sino que están arraigados en Dios, asegurados en las
grietas de las rocas de la montaña.
Estudien estas lecciones de los árboles. Podría extenderme sobre este tema, pero no debo hacerlo precisamente ahora. Les pido que no corten los pinos; serán una bendición para muchos. Déjenlos vivir.
Deseo
decirles, mis hermanos y hermanas, que cuentan con mis oraciones y mi
simpatía en su trabajo.
Recuerden que
son árboles en el jardín del
Señor, y que la protección
divina está a su alrededor.
Cuanto más
visible sea la línea de demarcación entre las flores de Dios y las zarzas y espinas de la plantación de Satanás, más es
glorificado el Señor. Spalding and Magan Collection, 228,229. [234]
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