Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y
en reposo seréis
salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis. (Isaías 30:15).
El Señor reconocerá todo
esfuerzo que hagan por
alcanzar el ideal que él tiene
para ustedes.
Cuando fracasen,
cuando
por traición sean inducidos
a pecar, no se sientan imposibilitados de orar, no se sientan indignos de
presentarse ante el Señor.
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. (1 Juan 2:1).
Él espera con los
brazos extendidos para dar la
bienvenida al hijo pródigo. Vayan a él y
cuéntenle sus errores y fracasos. Pídanle que
los fortifique para un
renovado esfuerzo. Nunca los
chasqueará, nunca
burlará la confianza de ustedes.
Tendrán pruebas. De ese modo pule el
Señor la tosquedad del carácter. No Murmuren. Con las quejas hacen más
dura la prueba. Honren a Dios con una sumisión alegre. Soporten pacientemente la presión. Aunque sean perjudicados, mantengan el amor de Dios en el corazón...
Cristo Conoce
la fuerza de las tentaciones y el poder de
ustedes para resistir. Su mano está
siempre tendida con compasiva
ternura hacia cada criatura que sufre.
Dice a los
tentados y desanimados: Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes tener
confianza en mí? “Como tus días serán tus fuerzas”. Deuteronomio 33:25...
No se puede describir con palabras el gozo y la paz del que
acepta al pie de la letra lo que Dios dice. Las pruebas no lo perturban, los
desaires no lo afectan. Ha crucificado al yo.
Día
tras día pueden hacerse sus deberes más
abrumadores, sus tentaciones más fuertes, sus pruebas más severas; pero no vacila, pues recibe fuerza igual a su necesidad...
Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del
carácter. Un carácter noble, completo, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente.
Un carácter
noble se obtiene mediante
esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las
facultades mentales; nosotros formamos el carácter.
Lo
desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto
tras conflicto contra las tendencias hereditarias. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos
severamente, y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo
desfavorable.
Nadie diga: No puedo remediar mis defectos de carácter. Si llegan a esa conclusión, dejarán ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en la propia voluntad. Si no quieren, no pueden vencer. La verdadera dificultad proviene de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.
Mensajes para los Jóvenes, 95-97. [355]
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