Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para
salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce
muerte. (2 Corintios 7:10).
El amor de
Dios nunca inducirá a alguien a
dar poca importancia al
pecado; nunca cubrirá o
excusará un error inconfeso.
Acán Aprendió
Demasiado Tarde Que La Ley De Dios,
Como Su Autor, Es Inmutable. Tiene que ver
con todos nuestros actos,
pensamientos y sentimientos.
Nos
sigue y llega hasta cada motivo secreto de acción. Por causa de la
complacencia en el pecado, los hombres y
las mujeres son inducidos a considerar
livianamente la ley de Dios. Muchos
ocultan sus transgresiones del prójimo y se lisonjean a
sí mismos suponiendo que Dios no
será estricto en señalar la
iniquidad.
Pero su ley es la
gran norma de justicia, y cada acto de la
vida deberá compararse con ella en aquel
día cuando Dios traiga a juicio toda obra con
cada cosa secreta, ya sea
buena o mala.
La pureza de
corazón inducirá a la pureza de la vida. Son vanas todas
las excusas por el pecado. ¿Quién puede
defender al pecador cuando Dios testifica contra él?
Hay muchos
profesos cristianos cuyas confesiones por el pecado son similares a las
de Acán.
Reconocen
su indignidad en forma general, pero rehúsan confesar
sus pecados cuya
culpabilidad descansa sobre su conciencia, y que han provocado el
enojo de Dios sobre su pueblo...
El
genuino arrepentimiento proviene del reconocimiento del carácter
ofensivo del pecado.
Las
Confesiones Generales no son el fruto de una verdadera
humillación... delante de Dios. Dejan al pecador con un
espíritu de complacencia propia que los hace proseguir como antes, hasta
que su conciencia se endurece y
las advertencias que una vez lo
sacudieron apenas
producen un sentimiento de peligro, y
después de un tiempo su conducta pecaminosa parece correcta.
Descubrirá sus pecados demasiado
tarde, en el día cuando no puedan ser expiados con sacrificio
ni ofrenda.
Hay Una Gran
Diferencia entre admitir los hechos después que se prueban, y confesar los pecados que
sólo son conocidos por Dios y nosotros... Acán, la
parte culpable, no sintió aflicción. Tomó todo muy
fríamente.
No
encontramos nada en el relato que indique que se sintió
perturbado. No hay evidencia de que
sintiera remordimiento o que razonara de
causa a efecto, diciendo: “Es mi
pecado lo que ha traído el disgusto de Dios sobre el pueblo”...
No pensaba
reparar su falta mediante la confesión del pecado y la humillación del
alma. La confesión de
Acán (demasiado tardía como para proporcionarle la
salvación) vindicó el carácter
de Dios en su forma de proceder con él, y cerró la
puerta a la tentación, que... acosaba a
los hijos de Israel, de achacar a los siervos de Dios la obra que Dios mismo había
ordenado que se hiciera. Comentario
Bíblico Adventista 2:990,991. [354]
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